

Ritual para Cerrar Ciclos
Cerrar ciclos no implica olvidar, sino liberarnos de las cadenas que nos atan a eventos pasados, permitiéndonos avanzar con más ligereza.
La lavanda es una planta maravillosa con flores de color lila/violeta, muy utilizada por su encantador aroma y sus múltiples propiedades.
El nombre Lavanda proviene del latín Lavare y su nombre científico es Lavandula angustifolia. Debido a su agradable fragancia, la Lavanda está muy presente en productos cosméticos y por su extravagante flor perenne, es elegida por muchos para adornar su jardín. Pero no sólo es significativa por su aroma y su estética, además tiene propiedades calmantes y sedantes que combaten el insomnio, el estrés y la ansiedad.
Y por si fuera poco, también se le otorgan propiedades mágicas, desde la antigüedad la Lavanda es utilizada en hechizos y pócimas de amor para atraer o fortalecer las relaciones, para repeler entidades malignas, para desarrollar los poderes psíquicos, entre otras. Así cómo propiedades curativas, se utiliza como cicatrizante y antiinflamatorio, para aliviar dolores musculares y picaduras de insectos, etc.
La lavanda se puede utilizar en diversos productos cosméticos como jabones, bombas de baño, saquitos de baño, entre otras. También en almohadillas térmicas o terapéuticas, en aceite esencial o aceite casero para masajear zonas del cuerpo, en sahumerios, en velas aromáticas y en infusiones.
Las personas embarazadas no pueden beber infusiones de Lavanda, tampoco aquellos que toman antidepresivos.
No se debe tomar más de 2 tazas de infusión al día y de ninguna manera deben beber Lavanda los menores de 12 años, así como tampoco aplicarse aceite en el cuerpo.
Quiénes padezcan ciertas patologías como Epilepsia, Parkinson, Gastritis y enfermedades del hígado deben evitar su consumo. Todas las personas que van a hacer uso de la Lavanda por primera vez, deben consultar primero con su médico de cabecera, así como también investigar si son alérgicos antes de beberla o aplicársela en la piel.
© by Carola
RUMBO MISTICO
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Cerrar ciclos no implica olvidar, sino liberarnos de las cadenas que nos atan a eventos pasados, permitiéndonos avanzar con más ligereza.
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Estos rituales no solo buscan el éxito momentáneo, sino también el desarrollo de hábitos y actitudes que fomenten el aprendizaje a largo plazo.
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